miércoles, 17 de abril de 2013

A LOMOS DE UNA VIEJA MOTO




A LOMOS DE UNA VIEJA MOTO   
                  
No quiero contarlo    
como cuenta sus batallas
el abuelo al amor de la lumbre;
no quiero naufragar en los recuerdos
ni en el llanto por la juventud perdida;
no quiero ser un barco 
anclado en la nostalgia,
pero hoy he buceado en mi mamoria,
como en el fondo de un mar iluminado,
y he vuelto a encontrar tesoros íntimos
que quedaron sumergidos en el alma
como naufragios en el tiempo.
Y, como arrebatado por un impulso lírico,
he subido a la cumbre 
de mi pensamiento y he visto,
como si el tiempo no existiera,
el pasado y el presente confundidos.
Y he vuelto a vivir, como un poema épico,
el valor de aquellos camaradas
agigantado en el atardecer del recuerdo.
Aún los veo cabalgando
a lomos de una vieja moto,
despreciando la lluvia y el viento,
mensajeros del alba
y de la primavera,
como dos paladines los recuerdo,
Aquilino Zapata y Juan Serrano,
en el corazón del movimiento obrero.
Con sus frentes rozaban las estrellas
y en sus corazones
latía el alma de pueblo,
toda su juventud era una ofrenda
destinada a resonar en las conciencias
como íntimas sirenas por las fábricas,
como urgentes caracolas por los tajos.
A la luz tamizada de los años,
con los vientos en calma del recuerdo,
mientras subo la cuesta
de mi blanca colina
muchas veces revivo aquellos sueños
y veo a mis amigos
sobre la vieja moto
despreciando la lluvia y el viento.

Era el florecer de nuestros años mozos,
cuando la juventud se entrega
a los arrullos amorosos
y se fundan los cimientos
para afrontar el futuro,
pero nuestras almas cultivaban un sueño
de libertad y esperanza. Hoy,
cuando han pasado tantos años,
y cuando todo parecía muerto,
he mirado
hacia aquel sueño de juventud
y he visto flores y retoños,
flores y retoños con signos de lo eterno.
Y me he sentado en lo alto del collado
y, mientras contemplaba
como un mar de cenizas,
he sentido vibrar hasta en mis huesos
la enorme fuerza del volcán
y he visto muchas brasas
entre las cenizas de los sueños.

No siento nostalgia del pasado,
pero me gusta a veces volver la mirada
hacia aquel proyecto de futuro,
y el valor de aquellos camaradas
se me agiganta en el recuerdo
y los veo cabalgar sobre una moto
despreciando la lluvia y el viento,
Aquilino Zapata y Juan Serrano
en el corazón del movimiento obrero;
con sus frentes rozaban las estrelllas
porque en sus corazones
latía el alma del pueblo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario